miércoles, 19 de setiembre de 2007

Una chela con mi amiga Ytala

El viernes pasado almorcé con Ytala. Como ambas habíamos traído lonchera decidimos ir a la cafetería de la oficina (que dicho sea de paso, queda en otro edificio y es re enana, por lo que hay que correr para encontrar sitio! Ajjjj) para calentar nuestra comidita, almorzar rápido y luego ir a pasear! Antes pasamos por el piso de American Airlines que estaban vendiendo postres ricos para recolectar dinero para los damnificados del sur, así que subimos y nos compramos una torta de chocolate y un pie de manzana que fueron devorados mientras llegábamos a la cafetería. (Hacía hambre pues señorita!!!). En fin, almorzamos rápido y nos fuimos a pasear. En un principio quisimos darle el alcance a unos amigos que estaban almorzando cerca a Ripley de Begonias, pero a la altura de Saga desistimos y decidimos ir hacia metro para que Ytala pudiera sacar platita del banco. El tema es que ese día salió un sol esplendoroso y por ende, para cuando llegamos al banco estábamos achicharradas de calor y arrancándonos las vestiduras (en realidad solo las chalinas, pero déjame ponerle emoción al relato). Entonces, Ytala me dijo para comprar unas gaseositas para refrescarnos, pero yo le dije que mejor tomáramos agua, por que ya se viene el verano 2008, con lo que Ytala estuvo de acuerdo. Nos fuimos derechitas a la zona de gaseosas y fue ahí cuando la señorita Y gritó: “Ya se!!!!!! Mejor unas chelassssssssss!!!!” y antes de que pudiera decir algo, sacó dos latitas heladitas y se fue a la caja a pagar diciendo: “Yo te invito, una no hace daño, además sirve para asentar la comida y mitigar este calor. Es necesario” y bueno, con tremendos argumentos quien puede refutarlos no?

Nos fuimos caminando mientras tomábamos las chelas con el plan de terminarlas antes de llegar a la cuadra de la oficina donde hay un kioskito y podríamos tirar la evidencia y comprar caramelitos, pero que fue lo que pasó? Pues que nos encontramos con unos amigos y uno de ellos, raudo y veloz, sacó su celular y nos tomó una foto como prueba del delito. (que si se portan bien, puede que la publique más adelante!).

Obviamente, como reinitas de prestancia que somos, esta historia termina con nosotras llegando a la oficina con una sonrisa de oreja a oreja y comiendo un chupete rojo. Recontra inocentes! jajaja :D

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo q deberías resaltar que el "chupetín rojo" no era en el cuello!. Ja! Y.

Romi dijo...

Si, ya lo cambie para evitar confusiones!!!